Con el tiempo he entendido que comparar los hijos es algo que no se puede evitar porque para los padres es necesario reafirmarnos que todo anda bien con ellos, y es que es inevitable cuando estamos con otros papás llegar a esa conversación llena de preguntas curiosas como: ¿ya le salieron los dientes? ¿y al cuanto tiempo? ¿Ya gatea? ¿a los cuantos meses comenzó?¿Ya come? ¿Ya balbucea?
Cuando Alicia era mas pequeña para mi era realmente inquietante cuando me decían: “mi hija duerme sola desde los 3 meses y no llora para dormirse ni se despierta en ningún momento de la noche”, yo me veía con unas ojeras enormes y muerta del cansancio, y era imposible no preguntarme ¿En que estoy fallando? (hasta el día de hoy sigo fallando pero ya me acostumbre :P) entonces creía que con Alicia iba pasar algo similar, también paso con el gateo, pero al contrario me habían dicho que iba gatear y a sostener su cabeza mucho después de lo que realmente lo hizo, con el paso del tiempo mi esposo y yo comprendimos que nuestra hija era completamente diferente a todos los demás bebés y no por esto estaba mal, y es que la mayor parte de las veces pretendemos mostrar que nuestros hijos son perfectos delante de los demás, pero después de ver bebes llorando igual o peor que Alicia, haciendo pataleta, etc. me sentí victoriosa porque me di cuenta que NO EXISTE EL HIJO PERFECTO ese que no llora, ni se riega la comida, hace caso a todo y duerme 9 horas seguidas en su habitación.
Entender eso fue un paso muy importante para aprender a cogerle el ritmo al desarrollo de Alicia, SIN
Por eso desde que fuimos conscientes de esto decidimos respetar el tiempo de Alicia apoyando cada aprendizaje, trabajando en sus debilidades y celebrando sus fortalezas.